Hace unos años me llamó una amiga, que es profesora en un instituto, para ver si podía conseguir que una chica boxeadora fuera a dar una charla a sus alumnos. El objetivo de esta iniciativa era que sus alumnos entendieran lo difícil que es para una mujer triunfar en una actividad mayoritariamente de hombres.
Recuerdo que cuando estaba allí sentado, escuchando a mi compañera, me puse a pensar en María Jesús Rosa, la mejor boxeadora española de la historia y pionera, que abrió el camino para muchas otras chicas, en una época en la que el boxeo femenino no estaba bien visto en España.
Con 22 años, María Jesús entró por primera vez en un gimnasio plagado de hombres y comenzó una lucha contra lo socialmente establecido. Despuntó muy pronto y se hizo profesional. A pesar de las dificultades que suponían no encontrar rivales para boxear o para preparar los combates, ganó 18 combates seguidos, 4 Campeonatos de Europa y un histórico Campeonato del Mundo en Alcobendas. Sólo perdió su último combate contra la mejor boxeadora de la época, la alemana Regina Halmich – una leyenda del boxeo femenino – tras una decisión a los puntos muy discutida.
Lamentablemente, María Jesús falleció en el año 2018, tras un largo combate frente al cáncer. Para el recuerdo quedará su legado, sus títulos, pero sobre todo, su sonrisa. “Yo quería ser boxeadora, campeona de Europa, campeona del mundo y madre”, comentaba en una de sus últimas entrevistas. Y lo logró.
